¿Estás en la lista?

Después de una semana de trabajo y parciales, si tienes los recursos y (al menos) un acompañante lo más entretenido es ir a bailar. Espero que se sobreentienda que, de no ser abstemio, bailar es una actividad que se comparte con libaciones de alcohol.

El escenario se pone mucho mejor si realmente no tienes que planear la salida.  Si el cumpleaños de un amigo o amiga tendrá lugar en una discoteca barranquina — digamos, DECIBEL –, es bastante probable que estés en lista si conoces bien a este amigo/a, con lo cual la vida se hace más fácil todavía. «Sí mujer, estás en lista con tu pata. Anda nomás». Eso basta para decir que ya tienes planes para este fin.

Son las 10.20 p.m., llegas a la disco con ganas de ir a tomar unos buenos tragos y, como dice Rihanna, shake the stress away. Sin embargo, te topas con una larga fila donde todos se amontonan (lo cual es lo más normal del mundo) y donde los de seguridad te dicen que te quites y vayas al fondo de la fila cuando tu mancha de gente es tan grande que es obvio que van a parecer más un tumulto que un montón de boy scouts en perfecta alineación.

Enseguida, resulta que si tu amigo o amiga llamó al local para poner a todos sus amigos en lista, esa lista se cerrará a las 11.30 p.m., y siguiendo la lógica más «inteligente», los que estábamos en lista éramos asediados para ir al final de la fila, con advertencias de tipo: «la fila está hasta por allá y la lista se cierra a las 11.30, ¡no van a llegar a entrar!» Pero eso sí, que no se te olvide el nombre del que está en la lista de PROMOTORES para poder colarte (si por suerte le pasaron tu nombre), porque esa lista sí que cierra a las 12.30 a.m., así que puedes darte el lujo de llegar un poquito más tarde.

Después de hacer cola — en tacos, como debe hacerlo toda mujer que va a una disco (ni yo me la creo) — por unos 30-40 minutos, tu amigo o amiga que cumple 21 años tendrá que hacerse cargo de hablar con el chico que tiene más poder en esa discoteca para que puedan arreglar el asunto de la lista, ya que no aparecía por ningún lado a pesar de que se había hecho una lista. Mientras tanto, el mismo guardia que te mandaba al final de la fila (y creo que queda bastante claro que no le harás caso), cola a otra manchita justo delante de ti. ¿Son más importante que tú, no? Por varias razones que nunca serán válidas, parece que sí.

Al fin entras y dices: «bien, ahora voy a poder sentarme y tomar alguito». WRONG. No hay asientos para nadie, pero sí muchas mesas reservadas. Ni siquiera hay asientos alrededor del bar. Ves una planta alta, donde hay asientos y un bar, por lo que dices: «genial, arriba podremos comprar un par de tragos y sentarnos hasta que la música cambie a algo más chévere». WRONG, otra vez. No puedes subir a la planta alta a menos que no hayas pagado tu entrada, a pesar de que arriba puedes gastar más del doble en consumo de lo que vale la entrada (aunque imagino que los guardias no imaginaban que yo podría consumir tanto).

Así que bueno, sólo queda avanzar sigilosamente hasta los espacios que están entre los asientos de las mesas reservadas (donde obvio nunca hay nadie hasta recién las 2 a.m.) a reposar los pies. Te queda pelearte un poco con las cajeras porque no retienen un simple pedido de: «dame una pilsen y un screw driver», por lo que tendrás que llamar su atención una y otra vez.

A todo esto, la pachanga empieza y te vas olvidando un poco del mal rato que pasaste.

Sales de la disco en la madrugada y piensas en lo que pasó.

Sí, fue un buen tono, la música se puso buena, pero la discoteca te trató como si fueras cualquier cagada sólo por estar en lista. Yo no conozco mucho de administración de negocios, pero si el ambiente te lo hubiese permitido, un par de personas fácilmente pueden haber consumido hasta más del doble o el triple en tragos de lo que valdrían dos entradas. Pero uno no va a chupar como descosido (a pesar de que estés con esas ganas) si no hay dónde sentarse, y si para darte un par de tragos se demoran 20 minutos. Y si no estás en lista y compras tu entrada, no te sentirás muy feliz al ver que tu entrada no te da agua en los baños. Tanta luces, tanta seguridad, tantas reglas de exclusividad para que ni siquiera haya agua en el baño y para que ni siquiera te dejen consumir cómodamente.

Si no hubiese sido porque era el cumpleaños de una amiga a la que aprecio, ni se me hubiera ocurrido ir allí. Ahora sé que no regresaré. Se habla tanto de inclusión, igualdad, etc., etc., pero realmente nadie se la cree. Qué gran decepción, DECIBEL.