¿Clavos y tijeras para todas? ¿Ahora tenemos que ir a llorar a la tele para defender eso que llamamos pudor? Veamos, pues.
No es algo a lo que debamos acostumbrarnos, pero para muchas funciona así: una silbadita, una miradita, una rozadita, un “qué tal culazo”; y para qué fastidiarse, por Dios, si siempre es así y tu mamá te ha dicho que no hagas caso. Bueno, varón, años de años de estas “anécdotas” cansan y ya a una le da ganas de tener clavos, agujas y tijeras en la cartera… Algo como lo que Ana Jara, ministra de Trabajo, aconsejó a sus congéneres para protegerse de la frase del mes: acoso sexual callejero.
Entonces eso quiere decir que a la mujer peruana nadie la defiende, pues, ¿no? Porque claro, si vas a tener que cargar armas blancas en tu cartera, debe ser que estamos en una película western sin Clint Eastwood que dé la cara por ti, así:
Carmen Omonte, sucesora de Ana Jara en el Ministerio de la Mujer, le hizo el pare a esta lógica, pero dijo algo que me dejó más confundida: vamos a crear un proyecto de ley que castigue el acoso sexual callejero con penas de hasta tres años de cárcel.
O sea, ¿todos a la cana por dar piropitos? No, todos a la cana por cometer actos contrarios al pudor. Qué, ¿crees que el pudor es #cualquiercosa? Sin embargo, antes de que Omonte propusiera la solución (¿?) mágica a este problema, siempre había pensado que eso ya estaba “normado”, o sea, que el Artículo 176º del Código Penal incluía el acoso sexual en donde sea, y que el verdadero defecto es que era letra muerta:
El que sin propósito de practicar el acto sexual u otro análogo, con violencia o grave amenaza, comete un acto contrario al pudor de una persona, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor a tres años.
Esta es una cita del Código Penal que yo conocía. Pues, para mí, en mi mundo no abogadil, eso es lo que Omonte quiere hacer. ¿Por qué, si ya está hecho? #AQueNoSabías, pero en el 2006 se aprobó una ley que modificaba varios artículos relacionados a la violación de la libertad sexual; entre ellos, el 176º. Hoy, solo quienes nos obliguen a toquetear a otros o a nosotros mismos se pueden ir a la cárcel entre tres y cinco años. O sea, si me meten la mano al poto en la calle, esto no aplica: WTF? ¿Por qué este cambio?
Aparte de las lágrimas de Magaly Solier, que me parecieron completamente innecesarias a pesar de que su reclamo era justo, ¿en qué momento el acoso sexual dejó de ser delito solo porque sucede en la calle? ¿Por qué nadie habla de esto como un problema de salud pública? (a menos que creas que afecta “solo” a las mujeres). Muchos hablan de la educación como remedio más efectivo, pero ¿cuántos consultorios psicológicos hay en los colegios públicos de este país? Ninguno (bueno, no en mi época, al menos). ¿Cuántas niñas y mujeres hoy conocen plenamente la legislación peruana relacionada a la libertad sexual y el pudor? ¿A cuántos de nosotros nos han enseñado lo que es ser «persona» y todo lo que eso significa?
Hasta ahora ni el Ministerio del Interior, que vela (#yapues) por el orden público, ni el Ministerio de Salud, que debería reforzar la legislación en torno a los trastornos mentales, dicen ni pío al respecto. Como nuestra ilustre historia lo demuestra, las respuestas populistas y el ver rodar cabezas (o penes, en este caso) será lo más satisfactorio que obtendremos. Así que, por ahora, parece que seguiremos confundidos entre si lloramos, gritamos, ayudamos al prójimo, castramos al abusivo o le metemos clavo (guarda con la sangre). Queda a elección de cada una (o). Welcome to wild Peru.